miércoles, 18 de febrero de 2015

El manejo de la Imagen Pública Personal y la Coherencia.


En este espacio quiero tratar un aspecto que debería ser importante para cualquiera que se preocupe de su imagen, es decir, no de la situación banal y las connotaciones que esto conlleva, sino de lo que queremos que la gente que nos rodea piense de nosotros.

Podemos decir ¿Imagen Pública? Sí, imagen pública, esa que todos tenemos, la que damos a la gente que nos rodea en la comunidad, en el trabajo, la que proyectamos hacia el exterior –en la calle, en la escuela, en la oficina, en el contacto diario con la gente que nos ve-, la imagen pública no se refiere solamente a los artistas, políticos o deportistas. Porque todos tenemos una imagen que cuidamos o descuidamos, en ambos casos, con un propósito, pero siempre con la idea de modificar el pensamiento o percepción que se tiene de nuestra persona.

Y quiero hablar ahora de ello, porque la vida que tenemos muchas veces es resultado de la forma cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos arreglamos, cómo nos comportamos y qué es lo que decimos.

Existe una queja constante de que en el trabajo o en otros espacios nos tratan mal, de que algunas personas nos tratan diferente a los demás, de que no me tengo que vestir bien para ir al trabajo, de por qué tengo que ser amable y cuidar mi lenguaje, de por qué no me quieren ascender en el trabajo y llego una muy “fufurufa” y rápidamente la subieron a otra categoría.

Cierto, las capacidades personales intelectuales y laborales deberían ser factor condicionante para ser evaluados y ascender en nuestro trabajo -y quizá tenemos resultados excelentes-, pero nuestro jefe no lo nota. Bueno, pues SI lo nota, pero nosotros no notamos qué es lo que estamos transmitiendo, con nuestra ropa y forma de comportarnos estamos gritando NO queremos ser ascendidos.

Te has puesto a pensar cómo vas vestido o qué ropa traes puesta, si usas zapatos en lugar de tenis, o zapatillas o zapato de piso en lugar de sandalias, si te vistes formal o cómo si estuvieras en casa o en una noche de antro.

Exacto, no debería ser así, pero lamentablemente o afortunadamente así es, la realidad cotidiana exige de nosotros una mejor presentación personal. Recuerda que en este mundo mercantil y de servicios estamos constantemente vendiendo, vendemos nuestra persona, vendemos capacidades, vendemos estilos, vendemos nuestra imagen.

Sí señoras y señores, constantemente estamos vendiendo imagen –sea nuestra intención o no-. Cualquier jefe quiere dar la mejor impresión de su oficina, un escritorio bien arreglado, un asistente, contador, auxiliar administrativo eficiente. Muchos dirán que lo que cuenta es la cabeza, la inteligencia, sí, también, pero eso no es lo primero que se ve.

Recuerda aquellas máximas “una imagen vale más que mil palabras” y “como te ven es como te tratan”. Lo que proyectamos es lo que obtenemos, la pobreza no deber ser factor para las excusas, la pobreza no está peleada con la limpieza y el orden. Unos zapatos limpios, una camisa o blusa bien planchada, el cabello  bien cortado o recogido, un buen aseo personal habla bien de nuestra personalidad, si a eso incrementamos una capacitación constante, genial, ni bien habrás empezado a cambiar tu imagen personal cuando ya se habrán fijado en ti y notarás tus avances en materia laboral y personal.

Debemos ser coherentes con nuestros deseos más internos y profundos en lo que queremos proyectar, si quiero ser exitoso, me veo, actúo y respondo como tal.


Te invito a que me envíes tus comentarios a mi twitter @TeoBriceo, hasta la próxima.

viernes, 13 de febrero de 2015

TBP Próximamente...


Entre lo público y lo privado


En una comunidad, cualquiera que esta sea, convive un conjunto de personas, que además deben desarrollarse en dos ámbitos, campos o espacios diferentes; el público y el privado.

En el espacio privado, nos encontramos con todo aquello que toca directamente a nuestra persona, es decir que nos pertenece solamente a nosotros, que conforma nuestra propia historia, nuestras experiencias, nuestro pensamiento, nuestras tradiciones y costumbres familiares, relaciones de amistad y laborales, se destaca sólo aquello que nos atañe y afecta en  nuestro entorno más cercano.

Como espacio público, me refiero a aquel donde convergemos varias personas, que salimos de nuestro propio espacio para entrar en otro lugar para encontrarnos con personas y entornos diferentes, pero que tenemos algunos intereses en común.

Lo que regula este segundo espacio, viene aprendido del primero, es decir lo que aprendimos en casa, lo proyectamos afuera, en la calle, si seguimos reglas en casa o escuela, las tendremos que seguir en la plaza. Si respetamos las reglas de casa son para tener una mejor convivencia familiar, esto mismo sucede si respetamos las reglas sociales y leyes, que son para mejorar nuestras relaciones fuera de nuestro ámbito personal.

Lo segundo, es lo que compartimos con otras personas; quién gobierne, quien administre, quién eduque, cómo encontrar una solución a los problemas que nos afectan como comunidad. ¿Y de qué nos sirve conocer o identificar estos dos espacios? La respuesta es sencilla, porque lo que sucede en el espacio público surge precisamente de lo que ocurre en el espacio privado.

Si afuera no respetamos las reglas, es porque en casa ni en la escuela no nos enseñaron a respetarlas, por eso se dice que estamos en una crisis de valores en nuestras familias, porque quizá como padres, madres o tutores dejamos la responsabilidad de la educación a los maestros, y estos a los padres y en ningún momento ninguno de estos actores tomó en serio su responsabilidad de formadores en valores, porque educar no es sólo transmitir conocimientos, educar es “transmitir conocimientos en un proceso de enseñanza aprendizaje integral, que contemple los valores como piedras angulares para el desarrollo humano”, y esta enorme responsabilidad recae en quienes participan en los primeros años de formación de los seres humanos.

La imagen que tenemos de nuestros gobiernos, de los representantes en las iglesias, de los maestros, de los empresarios, de los diputados, de quienes dicen representar la ley es el reflejo de lo que somos como sociedad, pues las personas que están en esos espacios de poder llegaron ahí precisamente porque fueron colocados directa e indirectamente por la misma sociedad, la ciudadanía es quien determina quien la representa, porque nuestros representantes fueron sacados por voluntad propia o comunitaria de los espacios privados para estar y dirigir en los espacios públicos.

En este momento nos encontramos en una fase histórica importante, podemos cambiar nuestro entorno público a partir de generar un cambio en nosotros mismos, si cuidamos nuestra persona, nuestra familia, nuestra casa y nuestro planeta, podremos tener una mejor sociedad y un mejor lugar para vivir, porque lo merecemos.


Te invito a que me envíes tus comentarios a mi Twitter @TeBriceo y en Facebook Teodoro  Briceño de la Parra, hasta la próxima.

jueves, 12 de febrero de 2015

Cómo nos ven, cómo queremos ser vistos.

Quiero aprovechar este espacio para hablar de algo que a muchas personas nos preocupa, y tiene que ver con el manejo de nuestra imagen personal y profesional, de cómo nos ven y cómo queremos ser vistos.
Por aquello de una imagen vale más que mil palabras o como te ven es como te tratan, y es que pareciera que tienen razón aquellas personas que dicen que lo que te pones, hablas o manifiestas en tus actos es lo que eres.
Si queremos corregir eso, lo primero que tenemos que hacer es un examen de nosotros mismos, una auto evaluación, podría ser dolorosa, pero como toda corrección, como toda operación así tiene que ser, por ejemplo si quieres tener un buen cuerpo vas al gimnasio y a base de mucho esfuerzo y sacrificio lo logras, puedes decir también “me opero y ya”, pues sí, es más rápido pero la operación y sus consecuencias son dolorosas y tuviste que hacer una buena inversión económica.
Una vez hecha la autoevaluación, la pregunta es qué queremos corregir, qué parte de nosotros mismos nos interesa vender, o qué queremos que piensen de nosotros.
Si nos interesa que nos vean como personas trabajadoras, independientemente de cuál sea nuestro giro de trabajo, pues hagamos bien el trabajo desde la primera vez, porque una vez que nos hacemos la fama se puede cumplir –por un rato-, aquel dicho de “crea fama y échate a dormir”, pero no siempre funciona.
Si queremos que nos vean como personas que siempre tienen algo interesante que aportar o decir, pues trata de leer todos los días algo diferente, no las revistas de chismes, sino notas interesantes del periódico, algún libro o sitio de internet.
Una clave importante es la coherencia entre lo que decimos, lo que hacemos y lo que vestimos, aplica para todos los oficios, profesiones y estilos de vida, si nos vendemos como taqueros o abogados la presentación es fundamental, un taquero con mandil sucio, con muestras de no asearse no atraería tantos clientes, y al contrario, podría vender mucho más dando una imagen de limpieza, con un local o puesto limpio y si le agregamos la calidad en el servicio tendría una mejor imagen y por consecuencia más clientes, ahora, si eres abogado, la presentación con un buen traje de acuerdo al día, la hora, la forma de hablar, la puntualidad en las citas, la honradez, una oficina limpia, ordenada, sin bolsas de frituras, refrescos y otras cosas hablaría bien de ti como abogado.
La presentación personal y lo que hablen de nosotros no tiene que ver con la posición económica o social que tengamos, sino con lo que hagamos, de nada sirve tener o aparentar un buen nivel económico si nuestra presentación personal dice lo contrario, porque de que hay personas sin clase en todos los estratos sociales, las hay.
Existen personas de escasos recursos que tienen porte y presentación excelente, educados, limpios, ordenadas y con un buen bagaje cultural, porque las personas con clase existen en todos los estratos sociales.
No se necesita de tener un guardarropa atiborrado, sin saber usar la ropa que tenemos, para ello es necesario saber comprar lo que en verdad necesitamos, un par de zapatos negros, un par de tenis, sandalias, un par de zapatos color café, colores neutros en los calcetines, una o dos camisas blancas y otras dos o tres de colores básicos son un ejemplo, en las tiendas que venden estos artículos generalmente hay una persona que puede ayudarte a elegir un buen outfit.
Y por último, piensa en ti como lo que quieres proyectar, si quieres proyectarte como una persona de éxito, pues empieza a pensar como tal, todos los días al levantarte felicítate por lo que has logrado y da gracias por ello, el vivir y amanecer es ya un éxito.
Una cosa es fundamental, ama lo que eres, trátate con respeto, cuida tu cuerpo, tu casa, porque así como te trates, las personas que están a tu alrededor te tratarán.

Te invito a que me envíes tus comentarios a mi Twitter @TeBriceo y en Facebook Teodoro Briceño de la Parra, hasta la próxima.